jueves, 18 de abril de 2013

Erase una vez una gentil princesa a la que se le planteó un desafío imposible. Tenía que hilar 10.000 madejas de lino en solo 30 días para salvar de la muerte a su gran amor. Desconsolada ante su frustración esta princesa lloraba y lloraba. Sus tres gatos al verla sintieron lástima por ella y acordaron ayudarla. Con sus tres lenguas y veloces y hábiles garras, los gatos no solo concluyeron el trabajo a tiempo, sino que el lino que tejieron fue el más fino y maravilloso que jamás se había visto en aquel reino. Cuenta la leyenda que como recompensa por su labor, fueron bendecidos con la habilidad de ronronear. Desde aquel momento y para siempre, ellos y todos sus descendientes fueron capaces de entonar el canto que hacía la rueda al hilar. Así nació el ronroneo de los gatos.